Cuántas veces oiremos cosas como: hablasteS, comisteS, fuisteS, etc.. Es un vulgarismo muy extendido. La razón es sencilla: casi todas las segundas personas del singular llevan en castellano el morfema -s. Sin embargo, la mayoría no es la totalidad. ¿Por qué la lengua nos complica la existencia incluyendo excepciones? La respuesta está en el origen. La lengua latina tenía dos tipos de desinencias personales en la voz activa; unas, para todos los tiempos excepto uno y la otra, para el pretérito perfecto de indicativo. En las primeras la 2ª persona del singular se marcaba con una -s, pero en las segundas la marca era -isti. Si nos empeñamos en poner -s en los pretéritos perfectos, estaremos intentando marcar doblemente la segunda persona. El hablante, al no conocer el origen, no ve ninguna marca en la forma acabada en -ste y cree que le falta la -s. Por ello, cualquier estudiante de latín no debe permitir que de su boca se escapen cosas como dijisteS, contasteS o comprasteS.
Usar la lengua con corrección es algo que todos deberíamos intentar. Empecemos por estas eses que tanto daño hacen al oído.
3 comentarios:
Qué dolor en el maltrato de la Lengua, repitámoslo una y mil vez, tantas como Catulo había de besar a Lesbia.
Pues así lo inmortalizaste, Catulo, por los siglos, bajo el sol que te contempló a ti, y a tu atormentado amor, y a Lesbia, y ahora nos estremece a nosotros bajo sus rayos, los mismos que alumbraron a nuestros antecesores. El sol y la Lengua, nuestras fuentes de vida, amémoslas y respetémoslas con el rigor y la dulce piedad que nos impone el conocimiento de nuestros orígenes.
Una vez más, querida Laura, gracias por dedicarle unas palabras de reconocimiento a nuestro castellano y a nuestro latín.
Yo también comentaría la pérdida de la -d- intervocálica... Es una pena, pero en clases como Fonética y Fonología, en la Universidad Complutense de Madrid, todo este deterioro de la lengua te lo explican con el ya famoso "Principio de economía de la lengua". Abrumador.
Patricia, la pérdida de la -d- intervocálica, me temo, será difícil de evitar. Si miramos las leyes fonéticas que marcan la evolución del latín al castellano, ya se producía la pérdida de la oclusiva sonora en posición intervocálica. Los hablantes pueden más que la norma. Al fin y al cabo, la lengua es suya. Yo, desde luego, trato de evitarlo cada día.
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